Policiales

Recordar el dolor tras 7 años: los testimonios de la familia de Lucía Pérez

Marta Montero fue la primera testigo en declarar en el segundo juicio por la muerte de su hija. Luego fue el turno de su esposo, Guillermo Pérez y el hermano de la adolescente, Matías. Los jueces recordaron a las partes que "no se podrá ahondar en la vida personal de Lucía para no generar un prejuicio de cómo era".

La sala en la que la prensa puede estar en el segundo juicio por la muerte de Lucía Pérez ya es conocido. Fue en ese mismo lugar, hace casi siete años, cuando la por entonces fiscal del caso, María Isabel Sánchez, dio una nefasta conferencia de prensa en la que dijo que la adolescente había sido empalada y que se trató de un abuso inhumano. Esas mentiras -o groseros errores- aún replican y hacen eco en el caso.

La sala -en la que entran unas 20 personas sentadas- contó con una pantalla para poder seguir la audiencia en vivo y estuvieron presentes, además de periodistas de medios locales y nacionales, Gustavo Melmann -padre de Natalia Melmann-, el hermano de Santiago Maldonado, Sergio, y familiares de víctimas de diferentes casos que mostraron su apoyo a la familia de Lucía Pérez.

Los jueces Gustavo Fissore, Alexis Simaz y Roberto Falcone recordaron que en este segundo juicio “no se podrá ahondar en su vida personal para no generar un prejuicio de cómo era Lucía Pérez“. Algo que las defensas, tanto oficial como particular, se quejaron y a la hora de hacer preguntas generaron fuertes cruzas con las abogadas querellantes.

En este segundo juicio, los testigos que iniciaron el debate en la primera audiencia fueron los familiares directos de Lucía Pérez: su madre Marta Montero, su padre Guillermo Pérez y su hermano, Matías. El objetivo de que la familia sea la primera en hablar era justamente para que pudieran estar presentes luego en todas las demás audiencias.

“Te quiero mucho”: el último contacto entre madre e hija

Marta habla de su hija, la recuerda y se le quiebra la voz. La madre de Lucía Pérez contó que su hija tenía 16 años y que vivía en su casa con ella, su esposo, su hermano y una perra. Y al hablar del animal graficó lo que es el dolor, explicó que la perra tiene el cuerpo lastimado, úlceras y sufre “terriblemente” la ausencia de la adolescente. “Cuando hablo del animal hablo que es un ser vivo también. Tenía 5 gatos, Lucía trabajaba mucho para los animales, si por ella hubiese sido mi casa hubiese estado llena de animales”, contó.

La mujer recordó -recuerda constantemente- que ese 8 de octubre de 2016 se despidió de Lucía a las 5.15 de la mañana. Que le dio un beso y le dijo “te quiero mucho”. Además le dio 100 pesos que la menor le había pedido para salir con sus amigas. Antes de dejar la habitación de Lucía, la adolescente respondió: “Yo también te quiero mucho, mamá”. Eso fue lo último que se dijeron, el último contacto de amor entre madre e hija.

Marta, al igual que diría Guillermo luego, no sabían que Lucía consumía drogas, nunca la vieron fumar marihuana o aspirar cocaína. Y cuentan que la única vez que la vieron fumar tabaco la retaron y reprocharon, por lo que nunca más lo hizo adelante de ellos.

Ese 8 de octubre de 2016, Marta recordó que cerca de las 14 llamó a Lucía y no le contestó, lo que le llamó la atención porque siempre le atendía. Llegó a su casa y no encontró a nadie, por lo que la volvió a llamar insistentemente. En ese momento llegó su hijo, Matías y le dijo: “Mamá, a Lucía le pasó algo. Tuvo un accidente”.

Sin saber qué había pasado van a la comisaría y en el camino Matías recibe un nuevo llamado de la policía en el que le dicen que su hermana estaba muerta.

En la comisaría a Marta un policía que Lucía había muerto de sobredosis y que un novio la había llevado a la Sala de Salud de Playa Serena. “Mi hija no tenía novio. De qué sobredosis me habla”, le contestó.

“No podía entender lo que me estaba diciendo. Que estaba muerta. Yo la dejé viva a las 5.15 de la mañana, le di 100 pesos y le dije te quiero mucho. No podía entender que un tipo me dijera que mi hija estaba muerta”, recordó entre lágrimas.

Sobre Farías y Offidani, sin decir sus nombres, Mara dijo que son “son bandas que venden droga y drogan a las jóvenes, que es la única manera en que pueden tener al cuerpo de una joven y someterla”.

“Ellos captan a nenas en la puerta dela escuela. Sabían que era menor. Esa perversión que tienen encima. Que disfrutan del sometimiento de una criatura de 16 años. Ese sometimiento que ellos provocan es de la única manera que pueden hacerlo. ¿Por qué el celular de Lucía estaba apagado desde las 10.30? ¿Alguien sabe si subió por su voluntad ese vehículo o le secuestraron el celular?, planteó Marta.

“Para mí como madre, haberla tenida en mi cuerpo, en mi vientre y tener que presentar el certificado de defunción es demoledor, en la cabeza, en el cuerpo. Presentar ese papel es demoledor. Por eso digo que hace 2308 que Lucía no tiene justicia. No sabemos quién la mató y es lo único que queremos saber. Quién le hizo lo que le hizo”, finalizó Marta Montero.

Choques constantes con la defensa

El hermano de Lucía Pérez, Matías, contó la relación que tenía con su hermana, que era cercana. Además explicó que era el único de la familia que sabía que la adolescente consumía estupefacientes, que había probado una vez cocaína, algo en lo que él no estaba de acuerdo y que habían fumado porro en algunas ocasiones.

Finalmente, el hermano de Lucía contó que la adolescente le había pedido plata, unos 50 pesos para comprar porro, a “un loco que no le tenía confianza”. “Era alguien nuevo a quien no conocía”, expresó Matías haciendo referencia de que esa persona sería, justamente, el imputado Farías.

Matías Pérez se mostró reticente a contestar las preguntas que le planteaba la defensora Laura Solari y en más de una ocasión los jueces tuvieron que pedirle que respondiera. Los cruces y los choques entre las partes en esta primera audiencia parecen ser la constante que marcarán este segundo debate por la muerte de Lucía Pérez.

 

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